viernes, 25 de octubre de 2013

Márcame un destino.

Y sonaba en la radio el maestro Sabina, acompañado por las gotas que salpicaban los cristales del coche. Gotas tristes que anunciaban el temporal. Yo, quieta, envuelta en mis miedos. Dulce melodía aquella que me devolvía a tiempos mejores. Al otro lado de la calle se alzaban las farolas que apenas iluminaban el día gris. 

Con la frente apoyada en la ventanilla, centrifugando pesamientos, la mirada perdida entre las arrugas de los asientos del coche. Era como ser absorbida por todo lo que me rodea, creando un vacío donde físicamente se encuentra mi cuerpo.

 A veces pienso que vivo engañada por las emociones, que son ellas las que matizan cada episodio de tal manera que me hacen vivir en una utopía constante.  Cuando algo se descoloca, un enorme cristal se estrella contra el suelo y se hace añicos. Puedo oír cómo se rompe cada milímetro incluso antes de aterrizar, sentir cómo ese cristal corta friamente el aire. 

Esta capacidad de atribuir una imagen concreta a una emoción complica las cosas. Quiero creer que no estoy loca, confío en que haya gente que vea el mundo diferente, que sienta diferente al resto de los demás.  

Hasta comprobarlo, yo seguiré dentro de este coche, imaginando. Siguiendo al conductor allá donde me lleve. Sin preocuparme por el precio del viaje. Sin mirar el reloj. Acariciando nerviosamente la piel de los asientos con las uñas. Enmascarando mi ansiedad. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Historia de un final.

 - Las mejores noches son las que te dejan sin aliento, te hacen olvidar las pérdidas y maquillan de placer a esta absurda vida. Te sacan de la rutina, te mantienen despierta hasta el alba, muerden con su dentadura afilada al miedo y espantan las pesadillas. Las que van y siempre vuelven, las que te aseguran un (ilícito) final feliz. Noches que  se arrepienten de lo soñado.

Tras la confesión, se giró y sujetó el vaso con fuerza. No dejaba de pensar en aquella noche. Ese estúpido recuerdo, esa ansiedad.
Y observando como se acercaba el final de los finales a su historia, tomando bocanadas de aire para saciar su deseo, se levantó de la mesa, cogió su chaqueta negra y su bolso y partió lejos de allí. Donde nadie nunca supiera más de ella, a un lugar que lograra borrar sueños rotos.

Allá donde no existe el amor.

Hoy el amanecer le llama para que asista a su nacimiento, para que en sus lágrimas se refleje su luz. Y cuando la pena inunde su alma, aprenderá a acatar las consecuencias de sus acciones. Sólo cuando haya llorado hasta la saciedad entenderá lo que es sufrir por amor.

Cuando las rodillas comenzaron a fallarle aún no era demasiado tarde. Detrás dejó su vida, que yacía sobre la arena.
Parpadeó repetidas veces con el fin de cerciorarse de lo real de la situación. Se besó la palma de la mano y la levantó al aire. Segundos después se esfumó sin más.

domingo, 5 de mayo de 2013

Habitación en el presente con vistas al futuro.

Nada vuelve a ser lo mismo. Tus miradas dejan de ser miradas, se convierten en dagas que se me clavan una y otra vez. Dagas incesantes, dañinas.
Tus caricias ya no son más que eso, sólo son caricias. No les acompaña el vello erizado, ni la respiración entrecortada. Simples caricias.
Tu mano ya no es mi guía en el camino. Ya no es la que me adentra en un mundo nuevo, ni me tranquiliza como diciéndome: todo irá bien, estoy a tu lado. Sólo es una mano más.
Tus ojos ya no penetran en los míos, no se zambullen en mi mar de ilusiones y sacan lo mejor de mi, ya no lo hacen.

Y simplemente el hecho de que ahí estés tú, y aquí esté yo. Ambos uno. La distancia que nos separa y nos separó, la melancolía de los besos robados, del amor turbio. Yo a dos pasos de ti, sin poder abrazarte, sin sentir lo que sentía ayer. Tú, a dos pasos de mi, a dos imposibles pasos.
Sólo yo cruzaría la frontera por ti.
El sabor de lo prohibido que llegó a mis labios aquella tarde de invierno, la esperanza en que todo iba a salir bien.
Dudas, millones de dudas. Inseguridad. Preguntas.
¿Qué hago aquí? ¿A qué estoy jugando?



"El secreto está en disfrutar de la vida, aceptando que no tiene significado"

domingo, 24 de febrero de 2013

Open your mind.

Me pesa hablar sobre un tema tan fuerte a la vez que delicado, tan profundo y a la vez tan efímero. El amor.

A veces ocurre, él llega a tu puerta y se cuela sin avisar. Va dejando huellas, haciendo ruiditos, hasta que te das cuenta que está allí.
Si no te agrada la idea que se instale en tu 'maison' puedes tratar de echarlo. No te será fácil.
Luego se pondrá de rodillas y tumbará la maleta que llevó arrastrando durante su largo camino, la abrirá con misterio, como si dentro escondiera una fuerza poderosa, magia de cualquier tipo...

Nos cuesta arriesgarnos una vez que la relación se etiqueta, se le pega un precio y un código de barras para que sea reconocido. Una vez que la rutina ya no es más que eso, cuando el corazón palpita por palpitar y los labios no saben a miel.
Esa es la señal que nos da la vida para que echemos el freno, nos bajemos del coche y salgamos corriendo, para que el corazón nos palpite más fuerte, la boca se nos quede seca y volvamos a amar, a sentirnos amados.
Ni el amor ni la pasión son para siempre. Comprometerse es un engaño.
Amar implica sufrir a largo plazo.
Lo ideal es cambiar, dejarse llevar por el momento. Vivir el presente de la mejor manera posible, desplegar las alas, impulsarnos y volar.
Quitarnos de la cabeza esa idea que tenemos de que las personas van de dos en dos, que sólo tenemos nuestra respectiva media naranja y que medio pomelo nunca podrá llenar su lugar.

Abrir nuestras mentes, cortar las etiquetas y que aún así haya posibilidad de cambio o devolución.

domingo, 10 de febrero de 2013

No me hagáis mucho caso.

Hoy todo lo que persigo me resulta monótono, aburrido. Hoy todo lo que me propongo es pura utopía. ¿Qué hacer para no perder la ilusión? ¿Qué es lo que de verdad esperamos de nosotros mismos? A esas preguntas les guardo millones de respuestas, todas contradictorias. Es más, cada una de ellas esconde una pieza del puzle que completa mi existencia.

En eso se basa existir, en contradecirse a uno mismo mil y una veces. ¿A caso hay que tenerlo todo claro en esta vida? Cuando dices que no, alguna parte de tu subconsciente está diciendo que sí. ¿Quién nos domina, el cerebro o el subconsciente? Quizás esté formulando demasiadas preguntas, pero todas ellas te harán reflexionar como me lo han hecho a mi. Iré contestando a todas a mi parecer, desde mi punto de vista, desde el punto de vista de una adolescente madura a medias.

¿QUÉ HACER PARA NO PERDER LA ILUSIÓN?

Ilusionarse. Sí, amigos, es la única solución. Nos ilusionamos muy fácil al igual que muy fácilmente pisamos las ilusiones de los demás. No dejes que te desilusionen cielo, no dejes que te ahoguen, que te aleccionen. No permitas que te manipulen ni que te muevan como a una marioneta. Hazte fuerte, corta tus hilos aunque duela y muévete a tu gusto.

¿QUÉ ES LO QUE DE VERDAD ESPERAMOS DE NOSOTROS MISMOS?

Yo espero de mi el éxito en la vida, espero amar y desamar mucho. Conocer muchos lugares y personas que me marquen para siempre. Quiero pasarlo mal y contrarrestarlo con una copa, o dos, o tres... Quiero cuidar a mis amigos como un tesoro y reírme en la cara del destino. Quiero muchas cosas, sólo que a veces me falta iniciativa para conseguirlas. Tiempo al tiempo.

¿QUIÉN NOS DOMINA, EL CEREBRO O EL SUBCONSCIENTE?

Yo creo que ambos, pero se turnan para hacerlo. De mañana lo hace el cerebro, cuando tomamos decisiones u opinamos sobre algo. Cuando se repartieron los horarios, el nocturno se lo llevó el subconsciente. Él trabaja de noche, empieza a manifestarse cuando nos tumbamos en la cama y pensamos sobre lo que nos pasó en el día, sobre lo que hicimos y dejamos de hacer. Se apropia de nuestros sueños y nos hace creer cosas que en realidad no ocurren, tiene muy mala leche. Incluso a veces hace horas extras de día. ¿O no os ha traicionado el subconsciente alguna vez?


martes, 1 de enero de 2013

Volver a empezar.

Le echo carreras a la luna, pero ella siempre gana. Y aunque siempre vea la vida de forma tan realista, hay momentos en los que me vuelvo bohemia y le encuentro un encanto especial a todo lo que me rodea, a la luna llena que hoy me persigue con su fulgor nocturno, a las luces que iluminan mi pueblo de noche en Navidad, al gesto que pone un niño a la salida de una tienda a su madre. Hasta cuando oigo a alguien gritar enfadado o cuando me castigan puedo darme cuenta del encanto que tiene vivir. Todas son experiencias que te enseñan a eso mismo, a vivir. Queda mucho camino por recorrer... Y no todo tengo que recorrerlo contigo.

Quién sabe lo que nos encontraremos allí.¿Naufragaremos o el camino será de arena fina como la de una playa? ¿Y si es un denso bosque donde nos podemos perder? ¿qué haremos entonces?
Lo que saco en claro es que no está mal perderse un poco y darle tregua al camino, pero tarde o temprano deberás seguirlo para encontrarte con otros muchos paisajes y vistas preciosas, ¡disfrútalo mientras puedas!