domingo, 24 de febrero de 2013

Open your mind.

Me pesa hablar sobre un tema tan fuerte a la vez que delicado, tan profundo y a la vez tan efímero. El amor.

A veces ocurre, él llega a tu puerta y se cuela sin avisar. Va dejando huellas, haciendo ruiditos, hasta que te das cuenta que está allí.
Si no te agrada la idea que se instale en tu 'maison' puedes tratar de echarlo. No te será fácil.
Luego se pondrá de rodillas y tumbará la maleta que llevó arrastrando durante su largo camino, la abrirá con misterio, como si dentro escondiera una fuerza poderosa, magia de cualquier tipo...

Nos cuesta arriesgarnos una vez que la relación se etiqueta, se le pega un precio y un código de barras para que sea reconocido. Una vez que la rutina ya no es más que eso, cuando el corazón palpita por palpitar y los labios no saben a miel.
Esa es la señal que nos da la vida para que echemos el freno, nos bajemos del coche y salgamos corriendo, para que el corazón nos palpite más fuerte, la boca se nos quede seca y volvamos a amar, a sentirnos amados.
Ni el amor ni la pasión son para siempre. Comprometerse es un engaño.
Amar implica sufrir a largo plazo.
Lo ideal es cambiar, dejarse llevar por el momento. Vivir el presente de la mejor manera posible, desplegar las alas, impulsarnos y volar.
Quitarnos de la cabeza esa idea que tenemos de que las personas van de dos en dos, que sólo tenemos nuestra respectiva media naranja y que medio pomelo nunca podrá llenar su lugar.

Abrir nuestras mentes, cortar las etiquetas y que aún así haya posibilidad de cambio o devolución.

1 comentario:

  1. Nadie debe ser la media naranja de nadie.Todos naranjas enteras y emparejadas si se quiere.Sólo así estaremos seguros de que con nuestra mitad no han hecho un zumo.

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